DESCRIPCIÓN REAL:
Anabel es una jovencilla sosegada, pacífica, amante del compañerismo y de la vida tranquila. Su cabeza es redonda, de cabellos morenos recogidos por horquillas que castigan su fúlgida melena. Su piel es envidiable, increíblemente tersa. Sus ojuelos redondos y despiertos irradian confianza y transparencia. Posee aires de escritora, pues la literatura, la filosofía y el arte son sus fieles compañeras. Su carácter es afable, aunque en ocasiones, aparece en su rostro un gesto de desdén que provoca que sus labios se separen para mostrar su posición crítica ante aquello que le disgusta.
DESCRIPCIÓN IMAGINARIA:
No pretendo que creáis el contenido de este relato, pero os aseguro que es real, pues nada es lo que parece.
La tarde del veinticinco de noviembre mi cabeza estaba a punto de estallar. Necesitaba un médico. Era tal el malestar que experimentaba, que sentí que mi cuerpo se iba a desplomar de un momento a otro. Cuando llegué a clase, tras mis repetidas quejas, Anabel colocó sus manos sobre mi frente e increíblemente el dolor cesó. Su enigmático y misterioso comportamiento me llevó a investigar sobre su pasado. Tras varios meses de indagación descubrí la verdadera historia de Anabel.
Fascinada por las culturas indígenas y por la maravillosidad del mundo americano, dedicó tres años de su vida a examinar las costumbres de los mayas. Para llevar a cabo la investigación, se instaló en un recóndito pueblo de México llamado Izamal, ciudad de los cerros. Allí aprendió a respetar el vínculo espiritual entre la tierra y el hombre, a considerar sagrados todos los animales y plantas del planeta, incluso hasta los que más repudiaba, los ratones. Los mayas le enseñaron que la naturaleza es nuestra madre, aquello de lo que dependemos, aquello que nos permite vivir.
Al transcurrir dos años en Izamal, Anabel acudía a los rituales religiosos de los maestros del éxtasis y la sabiduría, en los cuales se buscaba la armonía entre el hombre y el universo. Pero el fatídico día llegó, en una de sus celebraciones se introdujeron en un temascal e ingirieron todo el líquido contenido en una corteza de sandía, eran alucinógenos, Anabel no estaba preparada. Cuando al día siguiente despertó, su malestar le hizo volver al mundo racional y olvidar su verdadera misión en el país del tequila y las rancheras. El destino implacable provocó su regreso a Alicante, pero aún sigue manteniendo cualidades propias de aquella identidad, como el carácter sereno, la sabiduría y el poder para sanar. Pues, por increíble que parezca, descubrí que Anabel era una auténtica chamana.
Cambiamos de blog
Hace 14 años
2 comentarios:
¡Hola, Anto!, me has dejado impresionada. ¡Qué buen concepto que tienes de mí!;-) Pero que conste que es correspondido. Espero en lo que queda de curso conocerte un poco más. ¡Seguro que lo consigo!.
Emocionadísima, Anabel
¡Otra vez me has impresionado, Anto!. Aunque sea una historia imaginaria, me siento atraída por la cultura maya, el Amazonas, los rituales...Las hierbas curativas...¡Y en mi cama tengo un atrapasueños que compré hace unos días!...
¿Nos hemos conocido en otra vida? :-)
¡Enhorabuena por el arte que plasmas en tu escritura!. Un abrazo.
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