Antonio Soriano.- Todos conocemos el discurso tecnófilo sobre las bondades sociales, culturales y educativas de las TIC, la experiencia nos dice que facilitan y potencian de forma espectacular el aprendizaje humano y consiguientemente incrementan la eficacia de los procesos de enseñanza. Sin embargo, el análisis del impacto educativo de las TIC no sólo se debe ajustar al análisis de sus efectos en relación al desarrollo de los procesos de enseñanza, es decir, al desarrollo de las habilidades cognitivas de los alumnos, al acceso a nuevas formas de procesamiento de la información o a la motivación del alumnado. Las nuevas tecnologías tienen otros efectos importantes en campos como la formación política de la ciudadanía, la configuración y transmisión de ideas y valores ideológicos, el desarrollo de actitudes hacia la interrelación o la convivencia con otros seres humanos. Por tanto, es necesario explicitar y reflexionar pedagógicamente acerca de la otra cara de la moneda, no siempre positiva y cercana a efectos sociales perversos como la desigualdad social. Hablamos por tanto de analfabetización digital.
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